Los seres humanos hemos evolucionado durante miles de años viviendo en un entorno natural. Nuestro paso a la vida urbana es relativamente reciente, pues hace menos de medio siglo el 70% de la población mundial vivía en zonas rurales, mientras que en la actualidad, más de la mitad de la población reside en áreas urbanas. Según el investigador Yoshifumi Miyazaki, autor del libro Baños curativos de bosque, vivimos en una sociedad moderna con cuerpos que aún están adaptados al medio natural.
Nuestra apuesta por la tecnología y la comodidad de las ciudades, nos ha llevado también a convertirnos en una generación Indoor, donde casi el único momento en que recibimos luz natural y aire fresco entre semana es en el trayecto al trabajo o la escuela. Este estilo de vida ha calado tan hondamente en nuestra cultura que, según la OMS, pasamos el 90% de nuestro tiempo en interiores.
Para los niños, esta persistente desconexión con la naturaleza, se ha traducido en una disminución del uso de los sentidos, problemas de atención y enfermedades físicas y emocionales. El periodista estadounidense Richard Louv acuñó el término déficit de naturaleza para explicar este trastorno en su libro Last Child in the Woods. En él investigó las experiencias de los niños en el pasado y presente, y concluyó que estar separados de la naturaleza perjudica la salud física y psicológica.
Es más, la investigación es contundente en demostrar que estar en contacto con la naturaleza es necesario para un crecimiento saludable en la infancia y adolescencia. En términos generales, ayuda al desarrollo motor, cognitivo y socioemocional de los niños. Sabemos, por ejemplo, que reduce los síntomas de los niños diagnosticados con déficit de atención, de hecho, estos problemas son más frecuentes en aquellos que viven más lejos de espacios verdes. También, se ha encontrado que el sistema inmunológico se fortalece en un entorno natural, y las enfermedades respiratorias se agravan en las áreas urbanas a causa de la contaminación.
Dada la importancia de la vida en la naturaleza, La Redonda se ubica en una hermosa casa Patrimonial de Puerto Octay, a orillas del lago Llanquihue. Esta comuna, perteneciente a la región de Los Lagos, nos ofrece la posibilidad de navegar a través de sus aguas, hacer caminatas por verdes campos y contemplar la lluvia caer constante sobre la tierra. Estas experiencias promueven mayores niveles de bienestar, influyendo positivamente en el aprendizaje.